#7 Cómo será el dinero del futuro
O al menos, cómo creo que podría llegar a ser…
¡Hola!
Soy Mike Ivars en una nueva entrega, espero que os guste tanto como a mí hacerla.
Cuando pasamos de cazar a recolectar, nació el excedente, y a partir de ahí surgió la economía. Desde hace diez mil años, todo estaba basado en el trueque. A mí me sobran huevos, a ti arroz, yo te doy huevos y tú me das arroz. Y todos contentos. Pero este sistema estaba algo limitado, porque si tú tienes huevos, pero yo no quiero arroz, sino cabras, por ejemplo, ¿qué hacemos?
Así que los metales preciosos como el oro y la plata se empezaron a usar con un valor estándar, que sirvió para ampliar el trueque con algo que es más flexible, cambiando producto por metal y luego ese metal por el otro producto. No tardarían a llegar la acuñación de estos metales por los estamentos de cada época: reinos, luego, gobiernos o bancos, creando el dinero, como un modo eficiente, liviano y como el intermediario ideal para que la economía como tal floreciese.
Desde entonces hasta ahora, solo ha surgido el dinero en papel, como un modo más ligero de manejar grandes cantidades, y moverlo digitalmente, pasando de objetos físicos a digitales.
Pero seguíamos utilizando el dinero y haciendo casi todo como hace unos más de 2.000 años.
Hasta que en los 90, un grupo de criptógrafos, autollamados Cypherpunks fueron más lejos y empezaron a cuestionarse bases, publicando su manifiesto, en el que afirmaban algo como que:
La privacidad es necesaria para una sociedad abierta en la era electrónica.
Y es que con la llegada de Internet surgió DigiCash, como la primera moneda digital con criptografía de clave pública, aunque aún era centralizada como el dinero tradicional.
Le siguieron intentos como hashcash que ya funciona con algoritmos. Luego Bit gold y B-money profundizaron más en esos conceptos. Pero hasta entonces, eran solo un experimento de pensamiento. Ninguno de los conceptos llegó a ser un producto real que funcionara.
Hasta que en 2008, en plena crisis económica global, tras la caída de Lehman Brothers, se generó, por primera vez, una creciente desconfianza en los bancos y el sistema económico financiero existente, y justo un tal Satoshi Nakamoto publicó su paper científico sobre Bitcoin titulado: “Bitcoin: Un sistema de efectivo electrónico de igual a igual” en el que comentaba que:
El comercio en internet depende casi en exclusiva de instituciones financieras que ejercen como terceras partes de confianza para procesar pagos electrónicos. Aunque el sistema funciona bastante bien para casi todas las transacciones, aún contiene una debilidad inherente por ser un modelo basado en la confianza.
Y en menos de diez páginas del documento, presentaba la idea de la creación de una red descentralizada, basada en la prueba-de-trabajo de usuarios individuales de ordenadores, que ha servido para revolucionar la economía global. Llegando un Bitcoin a valer 65 mil dólares, y alcanzar una capitalización de mercado por valor de un trillón de dólares. Hasta ser adoptada como moneda oficial en varios países y comenzando a exigirse el pago de impuestos.
Aunque los medios tradicionales, unas veces desde una perspectiva peligrosamente ignorante en temas tecnológicos, y otras parece que desde un interés preocupante por considerarlo una amenaza al status quo que los sustenta, o una mezcla, hayan tratado siempre de demonizarlas.
La realidad es, que pese a las dificultades propias de todo sistema en fases iniciales, que ha traído nuevos beneficiados y víctimas. Este es el primer intento del ser humano de crear algo realmente libre, que beneficie a la mayoría, dado que está basado en las redes y los iguales.
Pero como todo esto, parecía que iba a implantarse irremediablemente y suponía una clara amenaza al poder actual de los organismos financieros centrales. Hace un par de años han desarrollado el concepto de CBDC o siglas de Central Bank Digital Coins. Es decir, que los bancos centrales como el de China a la cabeza, pero seguidos por Estados Unidos, Europa, etc. están trabajando en usar la tecnología subyacente del Bitcoin y el resto de las criptomonedas, la blockchain, para generar su propia moneda digital y hacer frente así a este nuevo desafío.
Y lo que a algunos les sonará fantástico, porque podría resolver las cuestiones inherentes a la falta de confianza en las criptomonedas, por no ser una moneda oficial, ni estar respaldada por los gobiernos. Otros más críticos, ya ven en ella una solución totalitaria, que dará incluso mayor control a los gobiernos sobre las personas, con la posibilidad al menos de anular por completo la privacidad, que era lo que buscaban ofrecernos las criptomonedas, volviendo a cerrar el círculo de la razón original, del por qué se empezó todo esto hace más de 3 décadas.
Pero a pesar de todo esto, el dinero es mucho más que el elemento con el que hacemos trueque para acceder a los bienes y servicios que necesitamos. Se ha convertido en el modo que los países y los gobiernos gestionan la sociedad, la economía y la vida de las personas. En lo que percibimos como salario, por nuestra mayor ocupación diaria, que es el trabajo. Y ya está completamente ligado a lo que somos o lo que podemos ser. Hasta el punto que estos avances digitales, van a afectar directamente al futuro de todos, tanto individual como colectivo.
Porque si, como comentamos en el episodio de la era post-escasez, dejamos de necesitar trabajar para vivir y soluciones como la renta básica universal se implementan. Porque como profundizamos en el del futuro de los robots, son capaces de hacer gran parte o todo de lo que ahora nos ocupa. Tal vez, la economía, como la entendemos, pueda llegar a carecer de sentido, e incluso conceptos como el salario o la propiedad privada, caduquen. Sé que suena chocante.
Yo no tengo la clave, ya me gustaría, solo puedo decir, que más que nunca, deberíamos hacer todos un esfuerzo por estar vigilantes en como acontecen los hechos, de entender lo mejor posible de estos temas, y por defender nuestros derechos y ser parte decisoria del futuro.
¡Seguimos!