¡Hola!
Soy Mike Ivars en una nueva entrega, espero que os guste tanto como a mí hacerla.
En esta entrega quería hablar del futuro de la educación, y cómo puede, o probablemente, evolucione este aspecto de nuestras vidas.
Empezando por el factor de transmisión de información. De la transmisión oral del conocimiento uno a uno, cuando apareció el lenguaje, transmitida en un boca a boca infinito e imperfecto, pero aun así válido, como lo fue inicialmente. Normalmente en grupos reducidos, hasta donde nos permitía llegar la voz.
El transporte también tuvo su impacto para que el conocimiento se propagara. Luego la escritura, que permitía almacenar conocimiento de forma duradera, y construir el nuevo conocimiento sobre lo ya aprendido. A la imprenta, que permitía difundir el mensaje, pero de forma exponencial. Después los medios audiovisuales que añaden una nueva dimensión y ayudan a su comprensión. Y ahora el medio digital y global que es Internet. O lo que vendrá, con el ya manido concepto futurista del Metaverso, como medio de acceso a la educación.
También se desdibuja el concepto estático de educación, cuando evoluciona en tantos factores. Se hace más necesario, por un lado, de una especialización y por otro de un conocimiento transversal, que abarque más de una materia o que sea capaz de aplicar lo aprendido de forma cruzada en más de un área. Ya no necesitamos solo informáticos, o diseñadores de producto, sino informáticos que entiendan de producto, por poner un sencillo ejemplo. Y esto es cuestión de aprender y practicar. De ahí que las nuevas metodologías de aprender haciendo, trabajo por proyectos y objetivos, y todo lo que aporta la doctrina Montessori, sea un gran avance.
Otra de las transformaciones que vemos, es la forma de educar con el acceso a la información. Estamos pasando, poco a poco, de aspirar a tener una formación reglada, definida y bien estructurada por los gobiernos en cursos por año, materias, temáticas troncales, carreras, másteres de especialidad. A con la llegada de Internet, y ejemplos como los MOOCs siglas inglesas de cursos online masivos y abiertos, o sea gratis, que ofrecen los máximos expertos y las universidades más prestigiosas, difuminan cada día más la frontera entre saber algo o la habilidad de saberlo aplicar, y tener un título oficial que valide como tal.
Últimamente, proliferan los casos de personas y profesionales de éxito, que o no han recibido una formación formal como tal, no la han terminado, o lo han hecho por su cuenta. Porque a diferencia de antes, cuando el conocimiento se reducía solo a las bibliotecas, los ancianos eruditos, o más tarde a las universidades, como únicos templos del conocimiento. Ahora el acceso a la información está en Internet, y es ya accesible por un 51% de la población mundial. Es decir, unas 3.800 millones de personas. Una cifra que a diario está ascendiendo.
Y es que, por suerte, existe una continua democratización del acceso a la información, el conocimiento y la educación. Llegando el índice de alfabetización de hoy hasta más del 86%.
Además, antes, aprender solo era algo propio de algunos momentos de la vida, desde solo acceder a la educación primaria, a mediante su democratización, pasar a ser habitual en los países desarrollados que una gran parte de la sociedad tenga estudios secundarios, e incluso ahora que un porcentaje mayoritario tenga estudios superiores. Esto es algo positivo, que sin duda nos hace avanzar como sociedad, y que parecía que solo iba a ir en incremento de la misma forma.
Pero si tenemos en cuenta las implicaciones de la llegada de la inteligencia artificial en la educación, y en especial las recientes GenAI como ChatGPT, que ya hablamos en el episodio del futuro de la IA. Que, por un lado, estas implicaciones pueden ser tan asumibles como lo fue la aparición de la calculadora en las aulas. Un elemento que aunque en etapas iniciales no se quiera usar, para que así aprendan a calcular. Más tarde se permite, o incluso se obliga, para poder hacer cálculos más rápidos. O les permiten profundizar en campos más complejos, donde el cálculo básico no es el foco, sino algo ya asumido.
Sucede algo similar con la caligrafía, que todos hemos practicado de pequeños para mejorar nuestra escritura manual. Con la llegada de los ordenadores, escribir con los teclados bien y de forma rápida es lo prioritario, y la caligrafía ornamental es algo que ya nos sirve de poco. O con los móviles, que casi es más útil conocer los emojis o la última app útil que acaba de salir.
Pero nos pasará de nuevo con los interfaces de voz, donde saber pedir las cosas es más útil. O en los entornos 3D, donde el manejo del mando o los controles del teclado, nos pueden dar la ventaja. Y así mismo ocurre con la orientación y los GPS, por poner algún ejemplo más. O aprender a conducir o ir montado en un coche autónomo. Todos estos son elementos tecnológicos, que al llegar cambian qué y cómo aprenderemos y nos relacionamos con todo.
A quizás implicaciones más profundas, como el ya conocido “efecto Google”, estudiado por Betty Sparrow: una drástica reducción de la memoria. “Para qué voy a aprender si lo puedo encontrar”. En este caso de la IA generativa, que si la máquina crea o piensa por nosotros, igual ya no necesitaremos pensar o crear, o al menos no necesitamos hacerlo como hasta ahora veníamos haciéndolo… Veremos cómo será.
La frecuencia del aprendizaje también es otro factor cambiante. Pasando de ser algo puntual en algunas de las etapas de la vida, como la infancia, la pubertad o adolescencia. A convertirse en una continua conexión con la información, de la que si desconectamos nos quedamos obsoletos como profesionales o individuos. Porque el ritmo de los cambios no deja de aumentar, y lo que es cierto hoy, mañana ya es historia, y ahora ya es otra cosa lo que hay que entender y conocer.
El modo en que aprendemos es ciertamente “manual” y lento ahora mismo. Pero en el futuro quizás no tan lejano, con propuestas como lo que puede conseguir la startup Neuralink de Elon Musk. Algo tan loco como conectar cerebro y máquina, como el que conecta un USB, o incluso sin cables, como la wifi. Podría pasar a ser como en la película Matrix, tan rápido como enchufarnos un cable al cerebro, para transmitirnos y descargarnos todo lo que queremos aprender, en bloque a la mente, y de forma instantánea. Esto, sin duda, volvería a cambiar todas las reglas del juego por completo, y encima viéndolo, puede que suceda antes de lo previsto.
Pero algo que cambiará también, sin duda, es la necesidad de educación. Si llega el día que no necesitemos trabajar para vivir, como comentamos en el episodio de La era post escasez. Por qué, no nos engañemos, aunque ser individuos cultos y formados es maravilloso, y un ideal que muchos podemos querer perseguir por sí mismo. En la actualidad las personas estudiamos movidos principalmente por la motivación de poder trabajar, y con ello ganarnos la vida o tener un futuro próspero, es nuestra zanahoria. Si esta palanca deja de existir como tal, tendremos que ver cuántos siguen interesados en leer y estudiar solo por querer conocer, o aprender.
Pero como todo, iremos viendo cómo evoluciona, siendo capaces de acercarnos a lo que va viniendo, y siendo testigos en primera persona de una fascinante nueva era de la humanidad. Quizás surgen nuevos motivos para aprender que hagan a las personas querer seguir creciendo. O si es tan sencillo como Matrix, el esfuerzo en aprender sea secundario o lograr tener conocimientos llegue a ser una commodity más, como ha ocurrido antes con otros aspectos de nuestra vida. Lo que está claro, es que estos cambios antes o después irán llegando, y lo que viene no dejará a nadie indiferente. ¿Y tú, cómo lo ves?
¡Seguimos!
Justo estaba pensando que con ChatGPT y Bing Chat está haciéndose realidad la predicción de Asimov sobre la educación: https://www.youtube.com/watch?v=qLEBAPA7yqo&t=126s
Totalmente de acuerdo, Héctor. Muy oportunas las visionarias palabras de Asimov aquí.